La bombilla es el elemento que hace al mate una bebida original y distinta al te, o a cualquier otra infusión que se bebé desde una taza.
Los argentinos (y uruguayos) hemos incorporado esta tradición maravillosa, que excede el sabor y las características nutricionales de la planta de la yerba mate. Hemos hecho del mate un ritual de amigos, un compañero de tareas, un testigo silencioso de nuestra pasión y vocación cuando de construir sueños se trata.
El mate es el comienzo del día, es el momento de parar para volver a inspirarnos. El mate es el abrazo y la oreja de nuestras melancolías.
Me gusta hacer mates, porque pienso que serán vehículo de unión entre las personas.
Ahora mismo estoy haciendo un mate especial para un amigo muy jovencito con el que nos cruzó la vida, quién sueña con llevar esta cultura del mate por el mundo, y la llamó Mate sin Fronteras. Inspirado en la idea de realizar un by pass cultural, y honrando la memoria de quién también fue para mí un ejemplo: nuestro querido doctor Favaloro, este joven al que le decimos Wally (Osvaldo Moro), se ha propuesto que otras culturas comprendan esto de “Las venas abiertas de América