A veces ofrezco un perdón a mis herramientas, a las que me siento hermanado… y al taller… Todos mis éxitos se los debo a ellas. Nunca me han defraudado, tienen un caudal insondable de huellas. Dicen que el amor es conocimiento y yo las conozco tan bien!
Cada uno tiene la oportunidad de dimensionar su mundo… Y el mío es infinito. El Cid cantaba loas a su espada: «Brilla tizona que tu luz quiero»… En sintonía con mis emociones me han visto llorar o gozar infinitamente. Hemos dialogado noches enteras, y ellas con su respuesta siempre a tiempo. Son eternas, nobles… me acompañaron a lo largo de mi vida, mi juventud, en mis enamoramientos y en la atracción electrizante de mis creaciones. Las conozco con mis ojos de niño y de adulto. Como ninfas de acero brillan compitiendo con la luna. Celebro con ellas la vida pues conocen como nadie mi historia. Dignas sobrevivientes de todos mis ancestros, atentas, esperándome para que las involucre en cada nuevo sueño.
Los invito a conocerlos: